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Triunfo ibicenco en un concurso internacional de robots

IBIZA | ALBERTO FERRER ´Sumum´ pesa algunos gramos menos de tres kilos y es más bien chaparro: no abulta ni 10 centímetros. Ni siquiera sus pinturas negras y su morro afilado –marcado de rayadas, como cicatrices de guerra– intimidan demasiado con esas medidas. Pero es todo un campeón. El robot creado por el ibicenco Vicente Cardona resultó ser el mejor luchador de sumo entre los sesenta autómatas que compitieron este año en el Concurso Internacional de Robótica que organiza la Escuepa Superior de Ingeniería Industrial y Aeronáutica de Terrassa, en Barcelona.

Cardona es el único informático de la Asociación de Robótica de Ibiza, en la que también hay tres profesores de Secundaria y empresarios. Por ejemplo, Vicent Torres está vinculado al sector de la alimentación pero asegura que su pasión por fabricar robots empezó «con 14 años» y es responsable de un pequeño luchador forrado de terciopelo adhesivo negro, más abultado que el campeón de Cardona: «Éste pesa 2.996 gramos», porque la categoría en la que ambos compitieron en Terrassa está limitada a aparatos de menos de tres kilogramos.

El hecho de pintarlos –o forrarlos– de negro es un truco: los robots se miden en singular combate en un tatami redondo de 1,5 metros de diámetro perimetrado de blanco y deben echar del círculo a su contrincante; los artefactos se detectan mútuamente mediante infrarrojos, que el color oscuro atenua «un poco» –ya que el negro es la suma de todos los colores–. La forma achatada también ayuda a hacer más pequeño el rebote de la señal infrarroja y el morro picudo actúa como rampa para ´cazar´ al rival y hacerle volcar: «Si lo haces caer, el combate es tuyo», asegura Cardona.

Los ibicencos desarrollan sus esquemas de diseño y placas juntos pero después cada uno termina de desarrollar su luchador. Así, ´Sumum´ es capaz de desarrollar 200 watios de potencia, lo que es una barbaridad para su tamaño, mediante la adición de motores de radiocontrol. Equipa sensores en todo su perímetro y construirlo ha llevado «más de 100 horas de trabajo», asegura Cardona, que explica que cada robot puede ser el resultado de un año de dedicación, a costa de sus horas libres.

Construir un robot implica «multidisciplinariedad», asegura Cardona, porque hay electrónica, mecánica y, sobre todo, estrategia: «El 50% de una victoria es la programación», ya que antes del combate se estudia al rival para programar el robot con el objetivo de reaccionar de acuerdo a «sus puntos débiles», asegura.

«Es una afición que combina un factor importante de competitividad», explica Marcos Blasco, propietario de una tienda de recuerdos, y no se deja nunca de aprender porque hay una evolución constante.

Trabajar en grupo y el intercambio de ideas, como hacen en Ibiza, ha hecho posible que sus robots hayan derrotado incluso diseños de ingenieros veteranos.

http://www.diariodeibiza.es/pitiuses-balears/2010/10/17/triunfo-ibicenco-concurso-internacional-robots/439426.html